Nacional

La contaminación digital detona cambio climático

La contaminación digital la que se produce a partir de la utilización de dispositivos digitales: computadoras, tablets, teléfonos celulares… es, en opinión de la investigadora, Gabriela Casas del Instituto de Ecología de la UNAM, es criminal.

“Por ejemplo, un correo electrónico normal, sin archivos e imágenes, produce 50 gramos de dióxido de carbono. Y si le agregas un archivo adjunto, esta cantidad se multiplica.”

Asimismo, se deben tomar en cuenta las gigantescas granjas de servidores de las compañías que ofrecen servicios de Internet. Como dichos servidores permanecen encendidos mañana, tarde y noche los 365 días del año para que los usuarios puedan tener acceso, en cualquier momento, a la información que guardan, corren el riesgo de calentarse o quemarse, por lo que necesitan mantenerse fríos por medio de sistemas de refrigeración con agua o aires acondicionados.

“Sin embargo, estos sistemas de refrigeración también funcionan con energía eléctrica generada a partir de la quema de combustibles fósiles, y la quema de combustibles fósiles, ya lo sabemos, produce dióxido de carbono”, reitera Jiménez Casas.

¿Qué se puede hacer para reducir el ingente gasto de energía eléctrica destinado a mantener fríos estos servidores? La investigadora propone mandar todos los correos basura de nuestra bandeja de entrada a la papelera de reciclaje y vaciarla, porque en realidad se hallan en esos servidores que, entre más los reciben, más calor generan y más enfriamiento requieren.

“Además, vale la pena volver a utilizar discos duros externos y memorias USB para respaldar la información, porque de este modo no ocupa ningún espacio en esos servidores.”

Acciones hormiga

El dióxido de carbono producido por las industrias, las centrales eléctricas y los vehículos automotores es el principal gas de efecto invernadero, pero hay otros que también han causado grandes estragos en el planeta, como los clorofluorocarbonos, los cuales fueron utilizados en épocas pasadas como refrigerantes en los refrigeradores y aires acondicionados, y como propulsores en los aerosoles.

“Estos gases dieron origen a lo que se conoce como hoyos en la capa de ozono, cuya función es filtrar la radiación ultravioleta proveniente del Sol. Gracias a que fueron sustituidos y ya no se liberan a la estratósfera, la capa de ozono se ha ido restituyendo poco a poco. Se calcula que el hoyo que se localiza en el hemisferio norte se cerrará por completo en el año 2050; y el que está en el hemisferio sur, algunos años más tarde.”

De acuerdo con la investigadora universitaria, éste es un ejemplo de que los humanos sí podemos mitigar o enmendar los errores que hemos cometido en contra de la naturaleza.

“Yo tengo una frase en la que creo fervientemente: acciones hormiga generan soluciones masivas… Y si hago que otro crea en ella, y éste a su vez hace lo mismo con otro, y éste con otro más, y así…, podemos revertir, en buena medida, la paliza que le hemos propinado a la Tierra”.

De hecho, esta forma de actuar ya se practica desde hace tiempo, mediante acciones tales como reducir, reutilizar y reciclar, y usar, en la medida de lo posible, el transporte público en lugar del automóvil, entre otras.

Por experiencia propia, Jiménez Casas puede afirmar que los que más absorben la información relacionada con el deterioro ambiental y más acciones llevan a cabo para tratar de revertirlo son los niños de 10 a 12 años, así como los adolescentes.

“Yo no sé si es porque piensan en su futuro y se dicen: ‘Caray, si así de mal estamos ahorita y nos quedamos con los brazos cruzados, ¿cómo estaremos cuando seamos adultos?’”, finaliza.